Cirrosis Hepática – Alimentos Deliciosos para Combatirla

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Cirrosis Hepática

La cirrosis se refiere a la sustitución de las células hepáticas dañadas por un tejido cicatrizal fibroso que interrumpe las funciones importantes del hígado. La cirrosis se produce como resultado de la ingesta excesiva de alcohol (lo más habitual), de una hepatitis vírica común, de la obstrucción de los conductos biliares y de la exposición a determinados fármacos o sustancias tóxicas.

Las personas con cirrosis suelen experimentar pérdida de apetito, náuseas, vómitos y pérdida de peso, lo que les da un aspecto demacrado. La dieta por sí sola no contribuye al desarrollo de esta enfermedad hepática. Las personas bien alimentadas, por ejemplo, pero que beben grandes cantidades de alcohol, también son susceptibles de padecerla

Cirrosis Hepática
Cirrosis Hepática

Los adultos con cirrosis necesitan una dieta equilibrada y rica en proteínas para permitir que las células del hígado se regeneren. Sin embargo, un exceso de proteínas dará lugar a un aumento de la cantidad de amoníaco en la sangre; un exceso de proteínas puede reducir la curación del hígado. Los médicos deben prescribir cuidadosamente la cantidad correcta de proteínas para una persona con cirrosis.

Además de las proteínas, una dieta equilibrada con las calorías, las grasas y los hidratos de carbono adecuados puede ayudar al hígado dañado a regenerar nuevas células hepáticas. De hecho, en algunas enfermedades hepáticas, la nutrición se convierte en una forma esencial de tratamiento.
Los cereales y las legumbres son grandes fuentes de proteínas para quienes padecen cirrosis.

Debe evitarse la carne roja, ya que el hígado no está trabajando a su capacidad óptima y lo más probable es que tenga problemas para procesar las grasas. Los frutos secos, las semillas y los productos de soja también son buenas fuentes de proteínas bajas en grasa.

La avena, el arroz integral, los panes integrales y las pastas deben formar parte de una dieta sana y equilibrada, ya que todos son carbohidratos integrales que proporcionan un suministro constante de energía, importante para la capacidad de curación de su cuerpo.

Los cereales, los panes, las patatas y las legumbres son grandes fuentes para las vitaminas del complejo B, que refuerzan el metabolismo, mantienen la piel y el tono muscular sanos, mejoran la función del sistema inmunitario y nervioso, promueven el crecimiento y la división celular -incluida la de los glóbulos rojos que ayudan a prevenir la anemia.

En conjunto, también ayudan a combatir los síntomas y las causas del estrés, que es importante mantener a raya cuando se está recuperando la salud del cuerpo.

Los cítricos, las bayas rojas, los tomates, las patatas, el brócoli, la coliflor, las coles de Bruselas, los pimientos rojos y verdes, el repollo y las espinacas son grandes fuentes de vitamina C, que ayudan a promover un sistema inmunitario sano. Es imprescindible mantenerse lo más saludable posible durante el proceso de curación, para que su cuerpo pueda centrarse en la reparación del hígado.

Junto con mucho descanso y mucha agua fresca para ayudar a eliminar las toxinas de su sistema, un plan de nutrición bien equilibrado y una relación sana y proactiva con su proveedor de atención médica deberían ponerle en el camino de la recuperación.

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